Esperanza, guinda de colores y de sabor.
¿Por qué no nos suicidamos al llegar a un límite?
Todos muertos y el cuerpo al barranco.
Embebidos de lentitud y de ojos cegados.
Los muertos al precipicio, los tristes al barranco.
Y yo el primero, muerto y triste.
Ayudemos a la felicidad de los jóvenes
y a la sinrazón de la existencia,
acabemos con los demenciales tránsitos.
Alegría, comer, beber, hablar, follar con morbo,
desearlo todo y conversar con tu culo
sobre espacios ilimitados.
Los poetas que se callen por favor
y que los sabios consejos de los otros
se cumplan en el ya y el ahora.
No pensamos vivir ni ochenta años.
Vivan los locos vivos
y los enfermos terminales que nunca van a acabar de sufrir.
La corrosión no va a deshacerse,
y del resto de vosotros es que ni quiero hablar.
Esperanza, guinda de colores y de sabor.
Hermanitas de la caridad,
acoged mi alma resentida en vuestro seno sin mácula.
Ojalá nacer hubiera sido una broma,
Pero el guionista de la aberración
se las sabe todas.
Que triste, yo decidí no escribir más tristeza.
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