Arrastrar todo de un vacío, escenario extraño proyectado en la oscuridad de los más profundos.
El sexo es lo más o menos importante,
camino estrecho hacia la nada.
Murakami leer, subir al monte Fuji.
Bushido. Alcanzar el vacío. El camino. Hacerme el hagakure. Y morir es fácil para un patán, seppuku.
Subir al monte Fuji.
Y quedarse entre las nubes oyendo tañer un arpa tocada por una mariposa.
Sórdido, afectivo,
en el centro del infierno aletea una obsesión.
Los nervios con la vida, el olor impregnado de las cosas y cuerpos, obsesión por no ser nada más que lo que te susurró un pájaro que se posó alguna vez en tu hombro derecho.
Por la vena de tu cuello borbotea un piano ejecutado por Einaudi, una mattina.
¿También tú buscaste el placer alguna vez indebidamente?
Más, más, pero no te vayas.
Y estuviste a punto de reprimirte de avergonzarte.
Pero los dedos se marcaron y se descubrieron a la mañana siguiente, tras deshacer el nudo.
Los ángeles rebotaron en el suelo y se subsumieron en el azulejo (manisero).
Mientras el viejo no dejaba de quejarse por su vejez triste y solitaria.
Todo lo que vivimos es un Manantial.
Jubilados japoneses quieren ir a la cárcel.
Soy un hombre "inglés" educado y servicial.
Dame tu mano izquierda.
Literalidad.
El Shibari, literalmente atadura. Y no llueve y vuelve.
Camino estrecho hacia la nada o en tus ojos mis caminos.
Estás tan llena que no puedes evitar sonreír,
aunque el dolor y sufrir pienses quieres pensar que son una mentira,
y la niña que fuiste y serás vuelva por momentos a tus ojos para conseguir la libertad.
La libertad de estar solos.
En la antesala sirve (alguien) los cócteles de vodka con esencia de cannabis y lee los ojos a los recién llegados del infierno.
Su mirada es hipnótica y tranquiliza sus ánimos. Solo me apetece fumar, chica de ningún lado, solo beber hasta perder las manos, chica de ningún lado.
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