Los bombones de crema y licor
y los alfajores con dulce de leche
también sobre la mesa.
Hablabas alto.
Reías más alto.
Tu melena se movía cada vez
que me mirabas.
Tu corazón se agitaba cada vez
que probabas algo nuevo,
tan bueno y tan cercano.
Me gustaba ofrecerte
todas esas cosas,
quería que te lo comieras todo,
quería que disfrutaras
y que soñaras conmigo
con delicias prohibidas.
Quería volver a ser tus dedos
en la bañera.
Los metía por tu cabellera salvaje
y profundizaba
como si te masajeara el alma.
El corazón se agitaba,
se aceleraba,
se me comía.
Y yo también estaba contento.
Me gustaba. Te decía palabras
que rebajaban la guardia.
Te me abrías al amanecer
de los sueños.
Y comíamos, cenábamos,
tomábamos café
y luego alguna copa.
¡Qué cosas!
Nunca se nos pasaba
despacio el tiempo
y estábamos horas y horas.
¡Cómo te recuerdo
comiéndote los bombones!
¡Cómo me gustaba
dejar caer los alfajores
en tu boca!
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