Me caí desde el tejado de mi cabaña
por buscar un poema de amor
que salió volando.
Una pequeña hoja de papel,
un escrito con el alma,
mis brazos ahora son de titanio.
A veces pienso en que esos versos
vuelvan algún día a mis manos,
pero, mientras,
subo a mi cabaña
y miro el cielo.
Y el cielo está lleno de nubes.
Y mis manos recogerlas quieren
porque aún viven en ellas
el recuerdo de tu piel deseante.
Ahora estoy solo.
Otras palabras durmieron.
El viento se llenó de aromas
de atardecer.
Brillan mis ojos mirando las cenizas del horizonte.
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