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sábado, 6 de marzo de 2010

Tranvía de la Malvarrosa


Ella se acercaba hacia mí, mecida por el leve movimiento del tranvía. Yo estaba detrás acoplándome como podía en el estrecho pasillo. En cada acelerón del conductor se movía y venía a posarse en mí como un pajarillo buscando su nido. Había confianza pero me sentía excitado por momentos. Yo apenas hablaba, ella no paraba de hablar. Miraba las palmeras, me hacía el distraído pero cada vez se notaba más mi sentimiento. Era inevitable acercar mis muslos más hacia su espalda hacia sus nalgas hacia su cuerpo. Pero, sin embargo, no insistí demasiado. Oía su voz cantarina y divertida como si estuviera lejos, como si no fuera aquel sábado por la tarde. Volviendo de la Malvarrosa a Valencia con el vagón abarrotado. Con la tarde azul y gris volviendo a los cristales por momentos. La verdad es que me gustaba muchísimo aquel culo, pero no podía hacer más de lo que hacía. No podía y lo deseaba una vez más. Quería y por dentro me atenazaba. Más tarde me sentí mejor. Ni bien ni mal, sólo mejor. Nunca supe si aquello fueron imaginaciones mías o si ella deseaba que hubiera continuado con aquel "ingenuo" juego. Nunca lo sabré y nunca se lo preguntaré. Pero después la miraba y notaba como sus ojos querían decirme algo inexplicable y bien sencillo. Quizá algún día sepamos lo que aquel sabio nunca quiso revelarnos. Tal vez algún día deje de haber secretos. A lo mejor sólo quería y quiero ser feliz sencillamente, tranquilamente, sin demasiados quebrantos.

2 comentarios:

  1. El deseo siempre viaja en tranvía.
    O busca callejas angostas en penumbra.

    O se esconde entre tus letras.

    Besossss, mpg.
    AME

    Siempre lluvia.

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  2. es inevitable que así suceda siempre y en los momentos más inesperados..

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nubes del deseo

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