Nos diste el sol y la alegría.
Y nos dejaste que nos llenáramos
Con la vida.
En esas mañanas cuando nos mojábamos
Los pies en la humedad del rocío.
Mientras invadía el espacio
El aroma de las flores.
De los árboles.
De las montañas.
Dejaste que nos entusiasmáramos
Con los goces de la tierra.
Que creyéramos que allí estaba
Nuestro hogar.
Que la vida era sólo dicha.
Resplandeciente claridad de todas las mañanas.
Hiciste lo que pudiste.
Pero después supimos
Que aquello sólo era una parte de la vida.
Que hace falta vivirlo
Y sentirlo todo.
Para haber vivido de verdad.
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