Porciones de felicidad

Mujeres para el fuego
y hombres para el hacha,
cavernas llenas de musgo
y melocotones confusos en el bodegón veraniego.

                                                                     ***

Los peregrinos del amor
se cruzan en los andenes ruidosos.
Alguna vez se miran
y si se tienen que hablar se hablan.
Están ajenos al resto,
a los anuncios de megafonía
y al vaivén de maletas y bolsos.

Todos tenemos prisa alguna vez
por encontrarnos cara a cara
con lo que hemos deseado siempre.

Ser buenos y ser malos.

Y ser bravos en las marismas
con el aire refrescando los miembros.

                                                                ***


La vida es maravillosa cuando tú la haces imprevisible.
Cuando sigues el camino que nadie te marca.
Cuando te puedes tender mirando al cielo,
refrescado en el viento una tarde de nubes de verano.

Inevitablemente eres optimista,
aunque el estrés y la ansiedad te revienten
unas cuántas veces al día,
siempre supiste sacar partido a tus sueños,
a una brizna de sol,
a un niño increíble,
a una palabra como una espada que se clavó en tus vísceras
y que te hace moverte rápido cuando las fuerzas no existen,
cuando el sudor barniza tu cara
y cuando parece, sólo parece
que nadie se acuerda de ti.

Ahora soy feliz
porque el viento me agita el rizo indómito
y estoy pensando solitario al lado de la estación,
esperando sin esperar,
besando los instantes bajo sirenas de ambulancias
que no llegarán a tiempo de salvarte.

Tú así lo has querido,
así has vivido
y eso me hace más feliz.