Abrumarte y desquiciarte
en la casa de mi amigo,
pidiéndome besos
y engañando a tus labios.
Perverso y sonriente,
recordando los días
de nada y
arrinconando las palabras
detrás de las paredes.
Goteando por tu piel
en el sudor
y la nostalgia de éstas horas.
Sin reverencias,
sin quemarme demasiado,
sin poner todo el corazón
ni el espíritu,
pero deseándote como nunca.
Y sin pensar en nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario