El sol brillando lejos y mi piel blanca
sonriendo a ratos.
Tengo marcas que no cicatrizan
y música en las ramas de mi cerebro.
Soy un árbol
con retazos de movimiento,
y los ojos van que vuelan
hacia otro estímulo más fuerte.
La angustia de los días pasados
se mezcla con sabores distintos,
casi crees ver besos en tu boca
y suavidad en tus cabellos,
sabes que no es así, pero te da igual.
Tus ojos reinventan mentiras.
Sigo paseando.
Pinto fachadas inmóviles.
Sonrío a murciélagos.
Discuto con extraños sin creer en nada.
Fumo y fumo más aún que de costumbre.
Por momentos se me van las horas.
Las vivo.
Las bebo.
Las ato.
Me las follo.
Paseando por tugurios,
por barrios chinos,
por discotecas llenas de "pasaos"
inverosímiles y tristes.
Hasta la "cosa" más horrible
te puede parecer una sonata de piano.
Todos tenemos derecho a caer dónde queramos.
Recordando el viejo humo.
El espejismo absurdo del agua
sobre tus ojos con menos brillo.
Recordando lo blanco de las nubes
en cualquier hora oscura y moribunda.
En el fondo intuyendo algún recuerdo
de un sentimiento puro,
el vino de la tragedia,
las conversaciones disléxicas,
las horas que no importan.
Siempre paseando y llorando emociones
por los párpados,
con abrazos,
con desgarros locos,
con no importarte morir ahora para siempre.
Pero ésto es sólo una pequeña muerte,
una más,
un día de lluvia
y el humo llenando de color
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