En ésta noche pasada
sentí el cuerpo helado y ardiente.
No fue cumplido,
una vez más,
sólo pensaba en ti.
Tenía una mezcla de sueño
y de guerra,
en toda mi piel.
Me desesperaba sin entender
cómo deseaba
estar a tu lado.
Y cerré los ojos
pero no pude dormir,
y no pude soñar.
Me movía sin parar,
me agitaba en tus cielos
y me derramaba por las estrellas.
Y después no me relajaba demasiado.
Seguía pensando y pensando
y volviendo a pensar
en la noche larga que no acabe,
en la vida larga que no acabe,
en vaciar por completo
mi deseo en ti.
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