cada vez más despacio.
Las ventanas abiertas aúllan
como herejes quemándose.
Y los ojos aún medio soñando
se quedan mirando el cielo,
como si esperaran algo.
¿A quién hablaré hoy?
¿Quemaré incienso en mis manos?
Y los ojos extraviados
siguen mirando el cielo,
como si adivinaran algo.
Interesante poema. me gusta el cuerpo que en el encuentro..
ResponderEliminarBello
Un abrazo
Saludos fraternos
Mis mejores deseo para esta semana..
Excelso!!! Me gustó y te lo aplaudo.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Hola Miguel un poema hermoso pero muy triste,
ResponderEliminarme entristecio leerlo.
Un abrazo que tengas un bello día.