Nos gusta encender la llama desde lugares diferentes
que convergen en un mismo rincón.
Una cueva pintada de nata y canela.
Queremos encender la llama y arrasar el monte.
Ya vendrá el otoño y seguirá sin apagarse el fuego.
Ya vendrán otras lluvias, ciertos miedos.
Pero siempre en la misma cueva.
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