Hay gente tan fea
que amenaza con su belleza a los astros.
Subleva sólo con mirarles,
porque ya no esperan amor.
Lo único a que aspiran
es a pasar desapercibidos,
pero eso no les ocurre.
Hay gente tan triste
que pasa toda la vida
y nadie se fijó en ellos,
ni siquiera su sombra.
Y podría seguir así
hasta el infinito,
pero qué más da el infinito
cuándo las miradas se escurren
y todos somos lagartos tirados al sol.
Dicen querer amor,
eso dicen, pero no les creo.
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