El dolor crece al mediodía.
Cuando la primavera entra por las vidrieras
y los salmos de alegría son otra patraña muerta.
También sabes que no hay nada más
detrás de los contenedores de basura,
detrás de las cagadas del gato,
detrás de las camiones llenos de cajas.
Ni por supuesto,
detrás de la vida,
ni de cualquier acto de amor.
Sólo es temer al dolor.
A la soledad.
A la incomunicación.
A la tristeza.
A la prolongada agonía.
Al trasiego absurdo de las tardes.
A la botella vacía y al bolsillo sin dinero.
Hay ojos que lloran la tragedia
y manos que limpian la sangre seca del suelo.
El dolor crece al mediodía.
Y tú sigues sabiendo que no hay nada más.
Pese a todo,
la comedia que vivimos tiene momentos agradables.
Donde hay comunicación.
Alegría.
Euforia.
Y buenos ratos gastando el poco dinero que te llega.
Vivir vale la pena, por esos contados momentos agradables.
ResponderEliminarUn abrazo.