Con el último aliento de la tarde,
escribo.
Abro la memoria.
Extiendo los recuerdos y los sueños
mientras beso el aire,
quemado de amor.
Deseante y esperanzado,
bebo el néctar del lirio florecido.
Y te busco entre mis ojos.
Y te miro entre mis dedos.
No siento pena entre tantos recuerdos.
Sólo besos y caricias,
Y más besos.
Sintiéndolos.....
Así revivo el amor.
escribo.
Abro la memoria.
Extiendo los recuerdos y los sueños
mientras beso el aire,
quemado de amor.
Deseante y esperanzado,
bebo el néctar del lirio florecido.
Y te busco entre mis ojos.
Y te miro entre mis dedos.
No siento pena entre tantos recuerdos.
Sólo besos y caricias,
Y más besos.
Sintiéndolos.....
Así revivo el amor.
mmmm...¿conozco a la fotógrafa? ¿o al fotógrafo?
ResponderEliminarEs un lugar magnífico para ver la última luz de la tarde.
Para sentir tu poesía dulce y penetrante.
Qué POETA eres, Miguel !!!
Cuánto te admiro.
Fíjate bien en esa foto se ven más cosas cada vez que se mira más profundamente...
ResponderEliminarEs cierto !!!
ResponderEliminarYa lo veo...
El local está casi solitario.
Es acogedor, con su luz tenue y las mesas y sillas tan dispares.
Suena música de jazz.
Hay un poeta sentado en un sofá, detrás de una mesa. Está bebiendo un gintonic y escribiendo en una libreta.
Nos arrimamos y vemos que escribe sobre el deseo, sobre los versos que se derraman sobre un cuerpo extendido, sobre miradas que se cuelgan del balcón de otros ojos, sobre las dunas y el mar y las estrellas...
Destaca uno de los versos:
"la sed es más fuerte que el miedo al veneno".
Sí, es un lugar acogedor.
Creo que voy a sentarme cerca un ratito...
Toc toc...¿se puede pasar?
ResponderEliminarMe apetece escuchar poemas con sabor a bayas...